DALÍ

 


Frente a un atardecer con un cielo rojo se sitúan dos elefantes con patas alargadas que casi pueden asemejarse a las de mosquitos. Los elefantes con ricos atavíos sostienen unas estructuras cónicas que presentan dibujos. Recuerdan a obeliscos (pilares que sirven para decorar lugares públicos).  Abajo a ras del suelo una figura humana y una escultura alada. En el fondo una estructura arquitectónica con un frontón triangular parece recordar al soporte que sujeta un gong chino. El cuadro tiene una composición simétrica y equilibrada. Usa colores cálidos con un tono rojo pasional y un amarillo, que le da un aurea meditabunda a la obra. Las sombras nos sugieren una ubicación del sol en la parte derecha al cuadro, aunque no aparece. Las patas frágiles nos pueden sugerir un delicado equilibrio apenas se percibe movimiento. Uno de los elefantes está más inclinado. El obelisco que portan flota sobre sus cuerpos generando con mayor énfasis la sensación de sutil equilibrio, de liviandad.

Es una imagen sobria por la ausencia de muchos elementos que da lugar a un predominio del espacio rojizo. No recurre a las perspectivas, pero en la parte inferior del cuadro sí que aparece una perspectiva que encuentra en la estructura arquitectónica su punto de fuga. De los elefantes surge una especie de líquido que queda colgado como si fueran fragmentos de una cortina rasgada. Bajo la firma de Dalí puede leerse “Roma, 1948”.

Dalí fue un representante del surrealismo, una de las corrientes de vanguardia que no persiguen crear unas obras realistas, sino inventar un nuevo tipo de arte que requiere reformular la manera de hacer y entender el arte. Ya no se trata de plasmar el mundo, sino de desnudarlo para develar aquello que subyace. Se trata de dibujar lo que no se ve a simple vista. En el caso del surrealismo lo que intenta dar a conocer es materializar figurativamente el escenario inconsciente donde aparecen elementos que en principio no presentan lógica, pero que nos permiten adentrarnos en los auténticos anhelos, miedos y necesidades del ser humano.

Es una radiografía del sujeto yendo hacia su interior más recóndito. Un mundo del que el propio individuo no es al cien por cien consciente de poseer. Se trata de dotar de significado a sus ensoñaciones. Dalí estuvo influenciado por Freud. El autor muestra una peculiar fascinación por lo onírico y las escenas rocambolescas. Los elefantes con patas alargadas aparecen en obras suyas como La Tentación de San Antonio.

El surrealismo busca ante todo la libertad de creación. No hay lugar con menos ataduras que el reino de la imaginación, de la fantasía. Por lo tanto, es un arte difícil de interpretar. Quiere que la imaginación se vuelva concreta. Un paisaje figurativo. En Dalí el dibujo es minucioso. Los elefantes están trazados con rigurosidad. Lo realista se mezcla con la fantasía. Es como si quisiéramos convertir un material gaseoso que puede adquirir muchas formaciones a la vez, en algo sólido que queda con una forma concreta. En los sueños los paisajes se transforman por el capricho de la imaginación que juega con las apariencias. Podríamos decir que en el surrealismo el autor experimenta con las formas como en La Persistencia de la Memoria donde los relojes sólidos se derriten. Es en esa experimentación en la que trata de encontrarse a sí mismo. Por ello, el autor en sus cuadros muestra su yo más profundo.

En el caso de Dalí va desde una exploración de lo deseos carnales hasta el sentimiento religioso como en el Cristo de San Juan de la Cruz. En el Surrealismo el experimento es la vía. Es una exploración no sólo de los pensamientos inconscientes, sino de los impulsos y emociones que vienen aparejados. Las emociones y la razón se combinan en el mundo de la imaginación donde el volumen, el color, la gravedad y los espacios adquieren múltiples posibilidades. Las prohibiciones morales se derriten como los relojes. El pincel se convierte en un enlace entre lo que vive escondido y lo que en el lienzo se expone. 


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